lunes, 3 de diciembre de 2012

Caminata Parte V



Realmente si alguien me viera llevar esta platica conmigo misma y caminado a estas horas de la noche me consideraría una loca. Bueno, en realidad ese calificativo no me incomoda, hubiera sido un alago, comprobaría lo que siempre he creído que soy. Era momento de dejar de cuestionar mi vida, ya casi llegaba a más de la mitad de mi camino y siempre he pensado que lo pasado pasado, lo que hice o no hice no había forma de modificarlo… era momento de continuar con el plan.

Eran ya más de tres horas de andar también era momento de sacar la lámpara que cargaba conmigo. Había llegado al camino de terracería que conducía hasta las peñas que era el lugar a donde había planeado dirigirme.

El camino no me costaba trabajo ya que en varias ocasiones había andado en un bosque en la noche y sin una luz que iluminara. La verdad sería fácil llegar a las peñas, lo único que me molestaba era saber también el camino, en esos instantes me hubiera gustado tropezar, perderme en la montaña y llegar a otro lado. Era un momento en el cual conocer algo me molestaba, -siempre había buscado conocer todo lo que pudiera, sin embargo sabia que como ser humano tenia un tiempo limite y que no podría cumplir mi objetivo de saber todo- igual me estaba arrepintiendo en continuar lo planeado y tan solo dar media vuelta, regresar a mi casa y seguir con mi vida de manera cotidiana.

Una voz interior me dijo -¡no! por una vez en tu vida termina lo que comenzaste, que concluyera uno de mis tantos proyectos que había dejado inconclusos, que dejara a lado mi cobardía y siguiera avanzado, que no me hiciera la tonta, que ya sabia el camino y el tiempo exacto que me tardaría en llegar a las peñas. Ese tiempo era de una hora con cuarenta y cinco minutos.

En ese momento descubrí que ya había llegado muy lejos y que dar marcha atrás ya no era una opción, en realidad desde el momento de levantarme de mi cama esa opción se había eliminado.

Andando entre los arboles,  ya casi a punto de llegar a las peñas recordé una de tantas historias que había podido escuchar sobre el lugar en el que me encontraba; se decía que si no conocías bien el camino hacia las peñas podrías perderte y nunca salir, que como casi todos los caminos se parecían era muy fácil el perderse y eso podría ocasionar la muerte.

Otra de esas historias que me intrigaban era la que decía: que en un lugar de esa montaña se encontraba unas cuevas que al entrar en una de ellas quizá nunca podrías salir, se decía que si no tenias mas remedio que entrar, que solo miraras al frente sin voltear a ningún  otro lado -en especial hacia atrás- ya que si volteabas te quedarías vagando en la cueva eternamente.

La verdad eran muchos relatos que se contaban alrededor del bosque. Por fortuna desde pequeña siempre había ido a las peñas y nunca me había perdido, ni de noche y menos de día…

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