lunes, 17 de diciembre de 2012

Caminata VIII (Final)



Había trascurrido veinte minutos desde que los dos amigos se habían encontrado con el cadáver, Arturo no podía creer que su vecina estuviera muerta enfrente de él, Helena trataba de asimilar la situación. Ella decidió hacer una pequeña oración por el descanso eterno de la mujer.

-Vamos Arturo tenemos que salir de aquí e informar del cadáver
-¿Cómo vamos a salir de aquí? No conocemos el lugar
-Me creas o no, estuve hablando con ella –Helena señalo al cuerpo inerte- hace apenas menos de una hora, es por ella que te encontré y antes de alejarme de ella, me dijo que el camino para salir de aquí es “el de la derecha del cuerpo”, en ese momento no comprendí lo que me decía, ahora sabemos que tenemos que seguir ese camino y avisar.

Antes de irse, Arturo corto una flor silvestre y la coloco cerca del cadáver después los dos amigos anduvieron por el camino indicado, llegaron al estacionamiento donde habían dejado la camioneta. Helena utilizo su teléfono celular para informar del cuerpo encontrado.

Tuvieron que esperar más de una hora y media antes de que llegaran las autoridades correspondientes. Una vez terminado el interrogamiento de parte de la justicia, los dos amigos podían marcharse de aquel lugar. Durante el recorrido a casa de Arturo encontró entre sus bolsillos la libreta que había tomado de su vecina, ahora muerta.

Abrió la libreta y releyó la última nota que había escrito la autora de ese texto, al terminar su lectura alzo la vista hacia su izquierda, su amiga conducía en silencio, él solo voltio a su derecha y disfruto del regreso a casa con la compañía de una gran mujer.




Ultima nota de la libretita de Jezabel.

Si por casualidad alguien descubriera mi cuerpo sin vida y encontrara este mensaje le pido de favor dar a conocer mi pequeño mensaje.

Soy Jezabel, vivo en la calle Andares número cincuenta y tres, muy cerca de este lugar, aproximadamente ha unas cinco horas caminado. Quiero recodarles que en este mundo nos han enseñando a temerle a la muerte, la mayoría de las personas pretender estar jóvenes lo mas que se pueda, pero recuerden que somos mortales, que por mas que huyamos, vamos a morir, y tarde o temprano pasaremos a ser parte de otro universo.

Algunos tomamos atajos para llegar mas rápido, a veces es nuestra única solución –la única que encontramos o es nuestra incapacidad para encontrar soluciones menos drásticas- para dejar de sufrir. Me gustaría que alguien encuentre mi cuerpo, leyera y supiera de mi pequeña caminata por el  camino hacia donde todos vamos.


Caminata Parte VII



La vista desde las peñas era maravillosa, se llegaba a ver a una distancia de unos veinticinco kilómetros. Ahí estaba parada en una de las piedras, el aire corría fuerte y frio, decidí tomar un breve descanso antes de realizar la última parte de mi plan.

Me deje caer, y mire la hora eran  las cinco con cuarenta y cinco minutos de la mañana, era una nueva marca personal. Eche un vistazo a mi alrededor, era un momento inolvidable el estar ahí sentada, respirando y cansada. No tenía nada que decirme, sabía que la última parte de mi plan era la más importante.

Me puse de pie, sabia que si alguien era arrojado desde esa altura no tenia ninguna posibilidad de sobrevivir, que por la lejanía del lugar y que solo en pocas ocasiones era visitado aquel lugar, tardarían días o hasta meses para encontrar un cadáver, sino es que nunca lo encontrarían. Todos estos aspectos habían sido tomados en cuenta para realizar el último paso.

Antes de saltar, saque una pequeña libreta y un bolígrafo que cargo siempre en mi chaleco, escribí esta ultima nota…

martes, 11 de diciembre de 2012

Caminata Parte VI



Helena tomo la dirección contraria a la de su acompañante, no pensaba en mas que alejarse de él. Después de unos minutos Arturo miro hacia atrás y se percato que su amiga no venia, sin pensarlo retrocedió en el camino para buscarla sabia que no la podía dejar en ese lugar, tenia que buscarla.

Caminado entre los árboles y sin seguir un camino fijo se encontraba Helena, con un estado emocional mezclado, se encontraba entre el odio, tristeza, desolación, entre otros sentimientos. Por más que ella luchara e intentara que su amigo la mirara como algo más, no lo había podido lograr.

Recordó el momento en el cual ella decidió darle a conocer lo que sentía a su hasta ahora mejor amigo. Fue en un día soleado de verano, había conseguido que la acompañara a unas clases de tango y además de eso que él fuera su pareja y los dos tomaran la primera lección. Después de salir de la clase, decidieron pasear por un parque que se encontraba cerca, era una día agradable para una caminata, platicaban de cosas sin sentido de repente ella pregunto.

-¿Te gusto la clase?
- La verdad soy muy malo para el baile pero me agrado, la música era genial
-Estuviste muy bien, oye y todavía no tienes novia ¿verdad?
-No, todavía no
-¿Y como te gustan las mujeres?
-Inteligentes, simpáticas, que sean buenas conversando sobre diversos temas. Se me hace raro que me preguntes, llevamos ya buen tiempo de conocernos, supongo que me conoces y ya deberías de darte una idea sobre este tema…
-Bueno, era más para confirmar de lo que me percato… ¿Y qué opinas de mí?
-¿Cómo?
-Pues ¿cómo me ves?… Vale dejémonos de rodeos, se que contigo es mejor ir al grano, la verdad me gustas y no quiero ser sólo una amiga para ti, quiero que sepas que te quiero, que me encantas y que la verdad si me encantaría intentar algo más contigo…
-No se que decir Helena, nunca antes ninguna mujer me había dicho esto, y menos una amiga, pero sabes que me gusta hablara con la verdad y realmente no quiero ilusionarte, sabes que en este momento me interesa una persona… eres una gran mujer, una gran persona pero sobre todo eres mi amiga, perdón, te quiero pero como amiga.

Helena pensaba que fue una manera estúpida de declarar lo que sentía por él, y se reprochaba por tener la esperanza de que Arturo algún día la viera como algo más. A lo lejos escucho una voz que la llamaba, sabia que era Arturo. Decidió corre lo más que pudiera.

Después de gritar repetidamente Arturo se estaba quedando afónico, no sabia por qué  Helena había tomado es actitud, cada vez que salían la pasaban muy bien, eran contadas las ocasiones en que discutían por algo, en realidad solo habían sido tres ocasiones y con esta una cuarta.

Helena continúo corriendo hasta que el cansancio le ganó, se encontraba en medio del bosque, sin saber exactamente dónde. A lo lejos, percibió una silueta, al parecer era de una mujer. Aquella mujer se encontraba recostada en una piedra, al parecer estaba tomando un descanso. Helena decidió acompañar en su descanso a aquella mujer.

-Hola, buenos días
-Hola
-¿Me puedo sentar?
-Claro.
-Una pregunta, bueno antes me llamo Helena
-Mucho gusto Helena, no me lo tomes a mal pero no te puedo decir mi nombre, tampoco te asustes, no te haré daño…

Helena contemplo a aquella misteriosa mujer, se le hacia conocida, sabia que en algún lugar ya la había visto pero no recordaba de donde.

-No hay problema, la verdad te me haces familiar, oye ¿conoces muy bien este bosque? Es que corrí sin sentido y creo que estoy perdida.
-Lo conozco muy bien, no te preocupes te ayudare a salir de este bosque.
-Gracias
-Antes de salir, ¿quieres ir tu sola o buscamos a tú amigo?

En ese instante Helena sintió un escalofrió recordé todo su cuerpo, cómo esa mujer sabia que había venido a este bosque con un amigo.

-¿Cómo sabes de mi amigo?
-Perdón pero eso tampoco te lo puedo decir, solo te diré que me parece una buena persona, un gran hombre. Estas enamorada de él, ¿verdad?

Helena se empezaba a preocupar de quién era esa mujer enfrente de ella pero decidió seguir con la conversación, ella conocía ese bosque y había prometido ayudarla así que decidió continuar con la conversación.

-Sinceramente si pero él no me quiere como yo a él.
-A veces las personas no se dan cuenta de lo que tienen hasta que lo ven perdido… No te preocupes él se dará cuenta de lo importante que eres en su vida. En ocasiones con una caminata encuentras muchas cosas y muchas verdades… Bueno te prometí ayudarte para salir pero antes, responde ¿buscamos a tu amigo o dejamos que se las arregles sólo?

Helena sabia que Arturo no conocía bien el lugar, sabia que no lo podía dejar.

-Lo buscamos.
-Haz tomada una buena decisión, recuerda que él te necesita más de lo que te puedes imaginar. Ahora condúcete hacia el pie de las peñas ahí lo encontraras, solo tienes que seguir derecho por este camino sin desviarte.

En ese momento aquella mujer señalo hacia el poniente.

-No puedo acompañarte hasta ahí pero después de que te encuentres con él tomen el camino que se encuentra a la derecha del cuerpo síganlo y saldrán de este bosque.
-Muchas gracias

Helena estaba un poco confundida por las palabras y la actitud de aquella mujer  pero confió en ella y avanzo por el camino que le había señalado.

Arturo repuesto de un descanso que había tomado recontándose en el pie de un árbol, decidió continuar con la búsqueda de su amiga. No tenia ni idea de dónde se encontraba pero sabía que si se quedaba en un solo lugar no podría ni localizar a su amiga, ni salir del bosque.

Después de diez minutos de caminata sin sentido, Arturo estaba preocupado por su amiga, era probable que ella estuviera perdida igual que él, en estos momentos lamentaba haber dejado su teléfono móvil en su casa, aunque dudaba que en ese lugar hubiera cobertura. De repente vio a lo lejos a una mujer que corría a unos metros de distancia, pensó que era Helena, le grito pero ella no se detuvo, ni voltio a verlo.

Arturo pensó en seguir a aquella mujer, sabia que podría pedirle ayuda para buscar a su amiga y salir del bosque, echo a correr detrás de aquella mujer, le grito varias veces para que se detuviera pero no lo hacia, al parecer era como si no lo escuchara, pero él seguía corriendo de tras de ella lo mas que podía para lograr alcanzarla.

Súbitamente Arturo callo al suelo, cuando recupero el sentido pensó en que había tropezado con un tronco y que por ese accidente no lograría alcanzar a aquella mujer. Se puso de pie y se quedo atónito, no era un tronco lo que había causado su caída, era una mujer al parecer muerta.

En el suelo se encontraba el cuerpo boca abajo con un charco de sangre un poco seca, Arturo no supo que hacer, se quedo parado, después de unos minutos de contemplar el cadáver decidió buscar alguna identificación que portara, tan solo encontró una pequeña libreta pero ninguna identificación, no se atrevía a voltear el cuerpo para verlo de frente. Comenzó a leer lo escrito en la libretita pasados unos minutos llego al final del escrito y es cuando se entero de quien era esa persona que se encontraba muerta enfrente de él.

Helena después de unos minutos de seguir caminado en la dirección que aquella mujer le había dicho pudo ver a lo lejos a su amigo. Le extraño que estuviera leyendo algo, se acerco lo más de prisa que pudo y cuando estuvo a dos metros de distancia de él se percato del cuerpo en el suelo. Una sensación de consternación se apodero de Helena, aquella mujer que se hallaba en el suelo era la misma mujer con la que había estado conversando. Arturo fue abruptamente sacado de la lectura por la presencia de su amiga, quien tenía una cara de espanto.

-Helena ¿estas bien? Si es una persona muerta, me tropecé con ella al tratar de alcanzar a una mujer para pedir ayuda.
-No puede ser, Arturo esa persona… con esa mujer tirada en el suelo estuve conversando hace unos minutos, ella me dijo como llegar hasta aquí y me dijo también que estarías aquí…
-Tranquila, encontré esta libretita entre su ropa, ya se quien es, por lo escrito aquí, es mi vecina…
-No puede ser ella, te digo que estuve conversando con ella hace unos momentos…
-Toma –en ese instante él extendió la libretita- lee y te darás cuenta de que efectivamente es mi vecina

Helena agarro la libretita y comenzó a leer lo escrito en ella después de unos minutos, llego al final del texto y encontró en la última pagina una pequeña nota, cuando termino de leer confirmo lo que le decía su amigo, aquella mujer con la que estuvo concursando minutos antes y ahora muerta enfrente de ella, era la vecina de su amigo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Caminata Parte V



Realmente si alguien me viera llevar esta platica conmigo misma y caminado a estas horas de la noche me consideraría una loca. Bueno, en realidad ese calificativo no me incomoda, hubiera sido un alago, comprobaría lo que siempre he creído que soy. Era momento de dejar de cuestionar mi vida, ya casi llegaba a más de la mitad de mi camino y siempre he pensado que lo pasado pasado, lo que hice o no hice no había forma de modificarlo… era momento de continuar con el plan.

Eran ya más de tres horas de andar también era momento de sacar la lámpara que cargaba conmigo. Había llegado al camino de terracería que conducía hasta las peñas que era el lugar a donde había planeado dirigirme.

El camino no me costaba trabajo ya que en varias ocasiones había andado en un bosque en la noche y sin una luz que iluminara. La verdad sería fácil llegar a las peñas, lo único que me molestaba era saber también el camino, en esos instantes me hubiera gustado tropezar, perderme en la montaña y llegar a otro lado. Era un momento en el cual conocer algo me molestaba, -siempre había buscado conocer todo lo que pudiera, sin embargo sabia que como ser humano tenia un tiempo limite y que no podría cumplir mi objetivo de saber todo- igual me estaba arrepintiendo en continuar lo planeado y tan solo dar media vuelta, regresar a mi casa y seguir con mi vida de manera cotidiana.

Una voz interior me dijo -¡no! por una vez en tu vida termina lo que comenzaste, que concluyera uno de mis tantos proyectos que había dejado inconclusos, que dejara a lado mi cobardía y siguiera avanzado, que no me hiciera la tonta, que ya sabia el camino y el tiempo exacto que me tardaría en llegar a las peñas. Ese tiempo era de una hora con cuarenta y cinco minutos.

En ese momento descubrí que ya había llegado muy lejos y que dar marcha atrás ya no era una opción, en realidad desde el momento de levantarme de mi cama esa opción se había eliminado.

Andando entre los arboles,  ya casi a punto de llegar a las peñas recordé una de tantas historias que había podido escuchar sobre el lugar en el que me encontraba; se decía que si no conocías bien el camino hacia las peñas podrías perderte y nunca salir, que como casi todos los caminos se parecían era muy fácil el perderse y eso podría ocasionar la muerte.

Otra de esas historias que me intrigaban era la que decía: que en un lugar de esa montaña se encontraba unas cuevas que al entrar en una de ellas quizá nunca podrías salir, se decía que si no tenias mas remedio que entrar, que solo miraras al frente sin voltear a ningún  otro lado -en especial hacia atrás- ya que si volteabas te quedarías vagando en la cueva eternamente.

La verdad eran muchos relatos que se contaban alrededor del bosque. Por fortuna desde pequeña siempre había ido a las peñas y nunca me había perdido, ni de noche y menos de día…