Después de diez minutos Arturo y
Helena salieron de la casa. Mientras se dirigían a la camioneta, ella noto que
él parecía buscar a alguien
-¿Qué pasa tenias que ver a alguien
temprano?
-No, ¿por qué?
-Es que parece que busca a alguien
-¿A quien voy a buscar tan temprano?
Por favor…
-Ya se a quien buscas
-Según tu ¿a quién busco?
-Pues a quien mas, es obvio que a tu
vecinita, esa la del nombre raro
-Se llama Jezabel y no es raro es
bonito
-Bueno, y que ¿ya la invitaste a
salir?
-No la he visto dese hace como un
mes
-¡Ah! Ya caigo
Entraron a la camioneta, él
sintonizo una estación local mientras Helena se abrocho el cinturón de
seguridad y se dispuso a conducir. Durante el recorrido que duro unos cuarenta
minutos, no cruzaron ninguna palabra. Era como si cada uno estuviera en su
mundo. Aunque ninguno de los dos se sentía incomodo, porque siempre su amistad
había sido marcada por momentos en que no se hablaban demasiado.
Al llegar al bosque realizaron un pequeño
calentamiento antes de iniciar su recorrido por aquel lugar. Era un bosque muy
tranquilo y la mañana era fresca, una formidable mañana para correr entre los
arboles. Helena era la mas contenta de los dos, por supuesto era su idea estar
en aquel lugar a esas horas de la mañana pero no eran las únicas personas que
se encontraban en el lugar, en el estacionamiento se encontraba dos automóviles
más. Era extraño encontrar a gente que también dispusiera de tiempo entre
semana para realizar un recorrido por el bosque, pensó Arturo pero no le dio
mucha importancia y le pregunto a su acompañante:
-¿Estás lista?
-Claro, siempre lo estoy
-Pues vamos, te recuerdo que solo
vamos a recorres la parte de abajo que es lo único q conozco bien
-Vale, ya te dije que no importa
Los dos amigos corrían en paralelo,
no hacia falta llevar una conversación con el maravilloso paisaje que tenían
era mas que suficiente para disfrutar el momento. En el ambiente se podía
sentir una sensación de frialdad, de alivio y de ilusiones terminadas, de
tranquilidad, de esperanzas, era una sensación extraña que los dos jóvenes
percibían.
Llegaron a la parte del bosque donde
el camino se dividia en dos, uno era para regresar a donde habían dejado la
camioneta y el otro era para llegar a las peñas, por su puesto que Arturo le
señalo a Helena que camino tenían que tomar pero no contaba que en ese momento
ella decidiera cambiar el rumbo. Él corrió de tras de Helena, gritándole que no
se fuera por ese camino, que no lo conocía, pero a ella no le importo, al
contrario corrió todavía mas rápido como si estuviera siendo perseguida por un
asesino.
Arturo se encontraba en una pésima
condición física, llevaban recorridos unos 300 metros y no la podía alcanzar
para intentar detenerla, por su lado Helena disfrutaba del momento, disfrutaba
correr y mas que una persona –en especial su mejor amigo- estuviera corriendo
de tras de ella y no la pudiera alcanzar. Ella siguió corriendo, cuando noto
que Arturo se estaba rezagando decidió bajar el ritmo y esperarlo.
-Que poca condición tienes
-¡Te dije que este no era el camino!
Así que vamos a regresarnos
-Tranquilo, no pasa nada, no nos
perdemos
-No conozco bien esta parte del
bosque, vamos a regresar
-No por favor, sigamos por el camino
–ella tenia una capacidad de convencer a Arturo, desde ya hace varios años que
se conocían siempre lograba que él hiciera lo que ella quisiera-.
-No Helena, no quiero perderme
-Vale, pero si nos regresamos ¿me
invitas a cenar o al cine?
-Nos vamos a regresar pero no tengo
por que invitarte a un lugar, aparte tu prometiste que si veníamos solo íbamos
a correr por donde yo conocía, rompiste la promesa así que mejor ya vámonos.
Helena nunca había visto tan molesto
a su amigo, ella pensaba que igual y si él hubiera encontrado a su vecina,
estuviera de diferente humor y tal vez la idea de recorrer el camino que no
conoce lo le parecería tan mal. Ambos
regresaban por el camino, Arturo con un poco mas de prisa que Helena. De
repente ella con un tono de voz que de mostraba su molestia dijo:
-Si ella estaría aquí, no te
parecería tan descabellada la idea de caminar por este camino, aunque no lo
conocieras
-¿De qué hablas?, ¿quién ella?
-No te hagas, por favor quien mas
puede ser que tu vecinita.
En ese instante Arturo se quedo
parado, no contesto nada, solo miro a su amiga, ella se quedo muy perpleja
esperaba que le reprochara algo pero no fue así, él solo voltio la mirada y
siguió caminado.